He aquí una carta redactada por la clase de Ciencias de La Tierra y del Medio Ambiente del instituto de Alcaraz. La iniciativa de escribirla surgió de los propios alumnos (imagen) tras comentar un artículo periodístico que iba totalmente en contra de lo más elemental que estaban aprendiendo en la asignatura sobre problemas ambientales en general y acerca del cambio climático en particular.
Vivimos en una sociedad totalmente dominada por la política y el
dinero. Un indicio más de ello es el
artículo publicado por el diario The Wall
Street Journal el pasado 27 de enero,
en el cual 16 científicos de gran reputación dan su opinión acerca del
cambio climático. Dicen que este problema no es tan grave como parece, y para
hacer más creíble y convincente su idea aportan “datos y argumentos” científicos que son claramente incorrectos.
Se apoyan en la falta de aumento de
temperatura global de los últimos 22
años para defender que el problema del calentamiento global no es tan grave.
Esto no es válido porque a lo largo del siglo XX la temperatura media ha ido
aumentando a pesar de tener altibajos, a veces disminuyendo durante varias
décadas (1940-1970). Con el paso del tiempo el aumento de temperatura puede agravarse. Por eso, aunque en la
actualidad el calentamiento no sea inusual, esto no quiere decir que en el
futuro no vaya a empeorar.
En el artículo se afirma que el CO2
no es un gas contaminante cuando la definición de contaminante es la siguiente:
“Cualquier agente físico o químico que deteriora la calidad del medio
ambiente.” Está demostrado que el CO2 provoca efecto invernadero, y
las emisiones excesivas de CO2 pueden dar lugar a un aumento de
temperatura que a la larga sea muy perjudicial
para los seres vivos, incluyendo al ser humano. Por tanto, el CO2 es
un contaminante. Este hecho tan evidente no ha sido mencionado por los autores
del artículo, sino que ha sido contradicho.
La afirmación que realizan estos científicos
sobre que a todas las plantas les es beneficioso tener altas concentraciones de
CO2 no es totalmente cierta, ya que las plantas C4 (gramíneas, etc.)
proliferan mejor en épocas de bajas concentraciones de CO2. Y acerca
del argumento de que las plantas y animales evolucionaron bajo unas
concentraciones de CO2 10 veces mayores que las actuales, en esa
época el Sol era más débil y por lo tanto el efecto invernadero era menos
intenso, por esta razón no se puede comparar con la situación actual, ya que el
Sol es más potente.
Otra peculiaridad del artículo que llama
sorprendentemente la atención es una previsión en la cual se dice que la
economía se vería beneficiada si se tomara una política que permitiera otros 50
años libres de controles de emisión de gases de invernadero. Atendiendo al
principio de prudencia, cualquier actividad de cuyo efecto se tengan dudas no
debería ser realizada. Por eso, aunque el calentamiento actual no sea excesivo,
no está justificado actuar como si no existiera o no pudiera aumentar.
Parece mentira que científicos de esta talla
publiquen un artículo como este. Esto hace sospechar que todos estos
científicos están guiados más por intereses económicos y políticos (como
sugieren las constantes referencias a la política en el artículo) que por una
actitud de respeto y prudencia hacia la naturaleza y la sociedad.
Carlos Garrido Marqueño
Belén Martínez Pedregal
Natalia Cano Ruiz
Rocío Moreno Sánchez
Ana María García Moya
Julián Simón
López-Villalta (profesor)